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Un nuevo experimento refuerza la idea de la radiación Hawking

  |   IES Valle del Saja

En diversas encuestas sobre cultura científica, como la bianual que realiza la FECYT sobre la percepción social de la ciencia, se comprueba que la escasez de científicos que el ciudadano medio es capaz de citar resulta desoladora. Prácticamente se reduce a un par de nombres y el primero en ser invocado, Albert Einstein, hace casi 60 años que murió en el hospital de Princeton.

 

El salto hasta nuestros días se detiene inequívocamente en la figura de Stephen Hawking. Las razones de la popularidad del físico británico son dignas de analizar. Por un lado, los temas en los que realiza divulgación son los que tocan de manera más directa las grandes preguntas que se realiza el ser humano. ¿De dónde venimos? ¿Cómo empezó todo? ¿Hubo principio? ¿Habrá final? Pero sería absurdo no reconocer que otra razón que le convierte en un icono de la ciencia es la de su minusvalía física. Ya comentaba en otra entrada cómo nos encantan los contrastes y, en este caso, nos fascina constatar que dentro de un cuerpo destruido por la enfermedad se esconde una inteligencia gigantesca. Si a eso añadimos que en los últimos tiempos el ex catedrático lucasiano ha decidido convertirse en una especie de apóstol del ateísmo, entenderemos por qué vemos referencias a su persona en los medios casi semanalmente.

 

Entrar a valorar la producción científica de Hawking sería descalificar la validez de este blog. Publicaciones, colaboraciones en proyectos, reconocimientos, distinciones o el tortuoso (para algunos) índice “h”, lo sitúan en un nivel de privilegio. Pero también es verdad que para el estudiante medio un aspecto que mide la consolidación de un científico es que su nombre aparezca asociado a una ley, principio o teorema en los libros de texto. Así la ley de elasticidad de Hooke, la ley de Boyle o el efecto Joule están inevitablemente unidos a sus descubridores. En el caso de S.H. uno de esos términos que le sobrevivirá es, sin duda, la “radiación Hawking”. Tal vez no sea este el espacio para hablar a nuestros estudiantes de horizontes de sucesos y de fenómenos cuánticos en su frontera pero basta con saber que esta radiación es una emisión producida en los limites de los agujeros negros y basada en fluctuaciones cuánticas del vacío.

 

Este fenómeno aún está pendiente de pruebas y observaciones mucho más contundentes pero en estos días ha saltado a las páginas de las revistas científicas una demostración realizada en el Instituto Tecnológico de Israel en la que un experimento análogo con sonido parece simular el comportamiento de esta radiación. El sonido simula el papel de la luz y el flujo de un fluido, que supera la velocidad del sonido, la luz atrapada en el agujero negro. El fluido en cuestión es lo que en física se llama un condensado de Bose-Einstein de Rubidio-87. Para generar ese “horizonte de sucesos” el equipo aceleró una porción del fluido por encima de la velocidad del sonido mediante luz láser mientras que se generó un segundo horizonte dentro del primero donde el flujo de nuevo se volvía subsónico. El resultado es que se detectó cómo se generaban fonones (cuantos de vibración) que transportaban energía fuera de la región del flujo supersónico. Todo ello podría permitir conocer un poco mejor el funcionamiento de la citada radiación.

 

 

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Dos imágenes diferentes de los dos horizontes de sucesos

 

 

De nuevo, la noticia nos llegaba de la mano de una alumna de 2º de Bachiller, Laura Recio. Ésta era su noticia:

 

http://www.abc.es/ciencia/20141013/abci-prueban-teoria-hawking-agujero-201410131107.html