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Nobel: el hombre y los premios

  |   IES Valle del Saja

El 27 de noviembre de 1895, Alfred Nobel firmó su tercer y último testamento en el Club Sueco-Noruego en París. Tras su muerte, y desvelada su última voluntad, la controversia, tanto en Suecia como en otras partes del mundo, quedó servida: Nobel había dejado gran parte de su fortuna para el establecimiento de un premio a los logros científicos, literarios y de promoción de la paz. Su familia y los albaceas nombrados por Alfred Nobel para  gestionar dichos premios se negaron a cumplir su deseo. Pasaron cinco años antes de que el primer Premio Nobel pudiera adjudicarse en 1901.

 

A pesar de la fama del premio Nobel y sus galardonados cuando las noticias son propagadas por todo el mundo cada año, el público general sabe poco acerca de Nobel, su vida, sus inventos e intenciones. Nobel es digno de ser conocido como un inventor pionero y un gigantesco industrial. Habiendo desarrollado explosivos capaces de la mayor destrucción de la vida y la propiedad que previamente pudiese haber sido imaginado, buscó mediante su legado defender durante la posteridad los más preciados valores culturales de la humanidad en la ciencia, la medicina, la literatura y la paz.

 

Premios Nobel

 

Alfred Bernhard Nobel nació en Estocolmo en 1833, el mismo año que su padre, Immanuel Nobel, iba a la bancarrota. Su salud fue frágil desde que nació; sobrevivió sólo debido al cuidado especial que su madre, Andriette Ahlsell,  le dio. Él le devolvió su amor de una forma especial a través de su vida. Su padre fue un ingeniero e inventor autodidacta cuyos negocios en Estocolmo fracasaron, lo que provocó el traslado de su familia a San Petersburgo donde, durante varios años,  prosperó en un trabajo de explosivos militares para el gobierno ruso antes de su regreso a Suecia. Alfred estudió química con un profesor ruso y obtuvo grandes conocimientos de ingeniería y de mecánica práctica en la fábrica propiedad de su padre. En 1850 Immanuel envió a su hijo al exterior para que perfeccionase sus conocimientos en ingeniería química. Durante dos años Alfred Nobel visitó Suecia, Alemania, Francia y Estados Unidos, enriqueciendo así su carácter cosmopolita. Alfred nunca cursó en ninguna universidad ni tampoco obtuvo ningún título; su preparación educativa terminó en 1850.

 

Alfred Nobel

Alfred Nobel

 

En 1861 Alfred estaba de vuelta en Suecia ayudando a su padre a producir nitroglicerina, un nuevo líquido explosivo que había sido preparado por primera vez por un químico italiano a quien conoció durante su estancia en París. La nitroglicerina había sido descubierta por Ascanio Sobero en 1847 y su fuerza explosiva era mucho mayor que la de la pólvora, pero existía un inconveniente importante que impedía su utilización: podía explotar de manera inesperada si se la exponía a temperatura y presión elevadas.

 

A la edad de 30 años, Alfred fabricó y patentó la primera de sus grandes invenciones, el detonador, una cápsula explosiva para hacer estallar la nitroglicerina de manera controlada. A pesar de que algunos de los descubrimientos e invenciones de Nobel han sido calificados como serendípicos o pseudoserendípicos, este invento, sin embargo,  no fue accidental; muy al contrario sus registros de laboratorio indican que fue el resultado de unos cincuenta experimentos precisos en la fábrica y en el laboratorio de su padre en Estocolmo.

 

Pero en 1864 se produjo una catástrofe. Una explosión en la fábrica provocó la muerte de cinco personas, entre ellas la de Emil Nobel, el menor de los tres hermanos de Alfred. Este grave accidente le condujo hacia la búsqueda de un procedimiento seguro para la preparación de la nitroglicerina, tanto en su producción, como transporte, almacenamiento y utilización.

 

Éste constituyó el principio de un gran desarrollo en el uso de la nitroglicerina, no sólo en Suecia sino a través del mundo. Se impulsó de esta manera la construcción de importantes obras de infraestructura como, por ejemplo, la línea ferroviaria a través de Sierra Nevada, en los Estados Unidos. Pero este período de éxito no duró mucho porque, debido a la inestabilidad inherente de la nitroglicerina, comenzaron a llegar de todas partes del mundo informes de explosiones desastrosas. Alfred volvió así a sentir la necesidad imperiosa de perseguir un medio para estabilizar la nitroglicerina. La búsqueda de la solución satisfactoria del problema culminó con la invención de la dinamita.

 

Existen diferentes versiones acerca de las vías que desembocaron en el descubrimiento de la dinamita. De acuerdo con alguna de ellas Nobel conseguiría domesticar la nitroglicerina a través del descubrimiento accidental de lo que perseguía. Sin embargo, Nobel negó tajantemente este extremo y mantuvo la existencia de una cuidadosa investigación científica antes de descubrir la “tierra de diatomeas” o “diatomita” (roca sedimentaria silícea formada por microfósiles de diatomeas – algas marinas unicelulares-) como absorbente ideal que, al ser mezclado con la nitroglicerina, daba lugar a un sólido compacto que retenía el poder explosivo del líquido hasta que se le hiciese explotar con un detonador. En 1867 patentó este material con el nombre de dinamita.

 

Pero Nobel consiguió otros muchos descubrimientos e invenciones anteriores y posteriores al de la dinamita. Y es que, el tiempo que le dejaban libre sus numerosos viajes, motivados éstos fundamentalmente por asuntos de negocios, lo pasaba trabajando intensamente en varios de sus laboratorios en Suecia, Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia. En una carta llegó a confesar: “Mi hogar es donde trabajo, y trabajo en todos lados”. Así, posteriormente al descubrimiento de la dinamita, se concentró en el desarrollo de tecnologías innovadoras relacionadas con el uso de explosivos para ser utilizadas, principalmente, en obras de infraestructura. Esto le condujo a otros descubrimientos como el de la gelatina explosiva, resultado de la mezcla de los dos explosivos más poderosos conocidos entonces, el colodión (solución viscosa de nitrato de celulosa en éter y alcohol) y nitroglicerina, siendo esta combinación más poderosa incluso que cada componente por separado. Después de muchos experimentos cuidadosamente planificados y ejecutados para determinar la fórmula óptima entre potencia y seguridad, Nobel patentó la gelatina explosiva en 1875 en Inglaterra y en 1876 en los Estados Unidos.

 

A partir del desarrollo de formas seguras de nitroglicerina representadas por la dinamita, la gelatina explosiva y otras distintas modificaciones patentadas por Nobel, su negocio de los explosivos se extendió tremendamente, tanto en aplicaciones militares como de otra índole. Fueron importantes las aplicaciones en infraestructuras: los grandes túneles perforados en los Alpes Suizos no podrían haber sido construidos sin la increíble potencia de las nuevas dinamitas de gelatina.

 

Alfred murió en San Remo, Italia, en 1896. Además de sus innumerables depresiones anímicas, había tenido diversos ataques cardíacos en sus últimos años y sufría frecuentemente de angina de pecho. Poco antes de su muerte escribió una carta: “Suena como una ironía del destino que se me ordenase tomar nitroglicerina internamente. Ellos la llaman Trinitrin para no asustar a los farmacéuticos ni al público”.  En el momento de su muerte contaba con unas 350 patentes de inventos.

 

Curiosamente en 1868, el año posterior a obtener su primera patente por la dinamita, Alfred Nobel y su padre fueron condecorados por la Real Academia Sueca de Ciencias, la misma institución que hoy se encarga de nombrar a los ganadores de los Premios Nobel de Física, Química y Ciencias Económicas en su memoria. El galardón les fue concedido por “sus descubrimientos de gran importancia y valor práctico para la humanidad”. Esta misma frase se reflejaría años más tarde en su testamento como uno de los principales criterios para galardonar a científicos, pensadores y personas u organizaciones promotoras de la paz.

 

Los Premios Nobel y sus categorías constituyen una extensión de los numerosos intereses que Alfred Nobel manifestó a lo largo de su vida. Encontramos como aval de esos intereses una personalidad que fue capaz de combinar las características de una mente científica penetrante, con el dinamismo de un industrial y la inquietud de una persona interesada por los asuntos relacionados con la paz y los movimientos por los derechos civiles en el mundo, además de gozar de un espíritu como humanista y filósofo y de sentirse atraído por la literatura desde muy joven. Visto en retrospectiva podríamos calificar esa personalidad como la de un idealista; y fue precisamente el idealista que llevaba dentro lo que hizo que Nobel dejara toda su fortuna a aquellos que han beneficiado a la humanidad a través de la ciencia, la literatura y los esfuerzos por promover la paz.