Un ejemplo de química verde
Es ilusionante, y a la vez tranquilizador, comprobar cómo equipos de jóvenes investigadores en nuestro país se ocupan y preocupan por la innovación y el desarrollo de trabajos que, a la par que productivos, muestran un cierto grado de sensibilidad por la mejora de los procesos químicos implicados, simultaneando el incremento en su eficiencia con la prevención y cuidado de la salud global.
Nos queremos referir con esto a la noticia que hace unos pocos días nos daba a conocer Carmen García, del grupo de 1º de Bachillerato de Ciencias, en la que se informa de un grupo de investigadores catalanes que, utilizando nanopartículas de óxido de hierro, catalizan la acción que realizan las bacterias durante la degradación de la materia orgánica, aumentando así en un 200 % la producción de biogás. Por otro lado, las nanopartículas no originan al final del proceso residuos perjudiciales para los seres vivos o el medio ambiente. La noticia puede leerse de manera más detallada en la página siguiente:
La materia orgánica se convierte en biogás mediante un proceso biológico de “digestión anaerobia”, o lo que es lo mismo, por la actuación de ciertas bacterias y en ausencia de oxígeno, originándose así una serie de productos gaseosos, el “biogás”: CH4, CO2, H2, H2S, etc., además de una mezcla de productos minerales (N, P, K, Ca, etc.) y otros compuestos de difícil degradación.
El biogás contiene un alto porcentaje en metano, CH4 (entre 50 – 70 %), por lo que es susceptible de un aprovechamiento energético mediante su combustión en motores, en turbinas o en calderas, bien solo o mezclado con otro combustible. Podríamos considerarlo como un combustible ideal (de no ser por el contenido en H2S), con unas equivalencias interesantes con otras fuentes de energía.
Producción y aprovechamiento del biogás
Algunos de los beneficios asociados a la producción de biogás son:
– La producción de energía renovable si el gas se aprovecha energéticamente y sustituye a una fuente de energía fósil.
– La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la reducción de emisiones incontroladas de CH4, (que se estima produce un efecto invernadero veinte veces superior al CO2), y reducción del CO2 ahorrado por sustitución de energía fósil.
Si en la noticia objeto de esta entrada unimos a esto último la utilización de nanopartículas, podemos comprender que nos encontramos ante una verdadera práctica de química verde que, como tal, se ocupa del diseño de productos o procesos químicos que reducen o eliminan el uso y producción de sustancias peligrosas. De los doce principios en los que se apoya la química sostenible dos de ellos los podemos ver reflejados en la investigación desarrollada por los investigadores catalanes:
– La materia prima ha de ser preferiblemente renovable en vez de agotable, siempre que sea técnica y económicamente viable.
– Se emplearán catalizadores (lo más selectivos posible) en vez de reactivos estequiométricos.
En el siguiente enlace se puede ver un vídeo de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos donde se tratan los beneficios de la química verde:
https://www.youtube.com/watch?v=rIE4T2HLW7c#t=19
Y si estás interesado en cuáles son los doce principios en los que se sustenta:
http://www.fcn.unp.edu.ar/sitio/quimicageneral/wp-content/uploads/2009/06/12-principios.pdf