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Restos de un satélite de propulsión nuclear en órbita terrestre

  |   IES Valle del Saja

A consecuencia del impacto mediático de la sonda Rosetta están proliferando en estos días noticias relacionadas con la tecnología aerospacial. Nuestra alumna María González  (4º ESO) nos enlaza esta entrada en la que se recuerda la historia del reactor espacial SNAP-10A:

http://www.cienciaxplora.com/astronomia/hay-reactor-nuclear-estropeado-flotando-deriva-nuestras-cabezas_2014111400413.html

Lanzado en 1965, fue colocado en una órbita de unos 1300 km de altitud media sobre la superficie terrestre. En plena guerra fría, este satélite se concibió para dar una posible asistencia energética a cualquier artefacto americano que se encontrase en órbita y estaba dotado de un pequeño reactor nuclear para la generación de energía.

El mencionado satélite fue impactado en 1979, muy probablemente, por restos de basura espacial. Comenzó a tener desprendimiento de piezas y desde esa fecha ha seguido dando muestras de pérdida de elementos. A día de hoy, su reactor parece que se encuentra intacto y protegido pero la posibilidad de que pudieran acabar cayendo restos radiactivos a tierra no es remota ni catastrofista.

Por esta razón, las agencias espaciales y de seguridad son reticentes a incorporar combustibles nucleares en artefactos de órbita baja. Algunas personas cuestionaban estos días la limitada autonomía del módulo Philae de la sonda Rosetta y proponían la utilización de generadores de radioisótopos. Daniel Marín explica, en su soberbio blog Eureka, lo complicado de la utilización de estos generadores o de calefactores nucleares a base de Plutonio. Además del aumento de peso y presupuesto de la sonda, las cuestiones relacionadas con la seguridad también se tienen muy en cuenta a la hora de tomar una decisión así.